domingo, 26 de octubre de 2008

NIEBLA EN LA CARRETERA


Hacía varios días que no podía dormir bien. Tenía insoportables dolores de cabeza, y su humor empeoraba por momentos. Estaba irascible, irritable, altanera y cansada.
Iba de camino a casa de sus padrinos, conduciendo a través de una terrible tormenta. Los limpiaparabrisas no daban abasto. El aire mecía el coche, como un pequeño juguete al arbitrio de sus afilados dedos, y toda la luz del día se escurría entre los pliegues de la tarde.

Aquella tarde, se sentía sumamente extraña. Extrañamente acompañada. Desde que subió al coche, intuía la presencia de alguien más. Miró en varias ocasiones por el espejo retrovisor, para comprobar el asiento de atrás de su coche. La paranoia y la sensación eran tal, que incluso, se bajó del coche, empapándose hasta los huesos, para abrir el maletero, y comprobarlo. Pero nada. ¿Y qué esperabas encontrar?- se preguntaba a sí misma en un alarde de falsa cordura. Sintiéndose una idiota volvió a subir al coche, y se puso de nuevo en marcha.
Notaba toda la ropa pegada al cuerpo, y podía predecir, sin temor a equivocarse, que luciría un precioso resfriado al día siguiente.

Tal como avanzaba en el trayecto, la tormenta arremetía más duramente, el agua caía sin piedad, y el viento, arrastraba señales y objetos a su paso. Entonces llegó lo peor. Se volcó sobre ella una espesa niebla, que ocupaba toda la carretera.
¡Odiaba conducir con niebla!

No podía estar más incómoda dentro del coche, empapada, con aquella lluvia y con el viento lanzándola como un péndulo en un reloj de cuco. Además y por si fuera poco, aquella siniestra niebla.
La niebla le traía malos recuerdos. Tal vez no fueran exactamente malos recuerdos, porque ella nunca tuvo un accidente ni nada parecido relacionado con ella, pero recordaba como su abuelo siempre la prevenía, enérgicamente, contra la conducción en esta situación. Él sabía lo peligroso que era conducir con aquellas condiciones atmosféricas. Ahora estaba realmente arrepentida de haber salido de casa, con el tiempo que hacía y para acudir a una reunión a la que no deseaba asistir.
En ese momento, y a sólo veinte metros de distancia, apareció ante ella un obstáculo que no podía distinguir. Su coche se acercaba, inexorablemente a toda velocidad. Su mente se quedó totalmente bloqueada, su cuerpo rígido y entumecido, sólo contemplaba como se precipitaba, sin remedio contra aquel espantoso objeto que ocupaba la calzada.

Sus manos soltaron el volante en un gesto irreflexivo y extraño. Su cara se contrajo, su boca se abrió en un grito mudo, que se negaba a salir. Sus ojos se abrieron hasta hacerse sangre. Su piel traslucida estaba perlada de sudor, como preludio de lo irremediable. Su agitación disparó su corazón a un millón de pulsaciones, era la sensación de pánico, más atroz que jamás había sentido. Estaba quieta, totalmente inerte, pero todos sus músculos, permanecían en tensión, la sangre salía de sus ojos, y la garganta estaba a punto de estallar a pesar de no haber pronunciado una sola palabra.

Todo ello, en los veinte segundos, que tardó en estar a la altura del obstáculo. Justo en ese instante, en el momento del anunciado impacto, el volante, se volvió blanco, o tal vez fuera transparente, no estaba muy segura, y frío, muy frío, helado. Fue cuando giró bruscamente, sorprendentemente, inexplicablemente, encontrando un hueco, por donde hallar la salida a una muerte vivamente anunciada. Y todo retornó a su lugar. El carril despejado y el volante tan negro como el día que lo compró.
Su corazón fue lentamente apaciguándose. Sus manos retomaron el control del coche y su boca se cerró en una tensa sonrisa, de la mandíbula apretada. Su sudor se secaba en su ropa, nuevamente húmeda, y sus ojos no parecían que fueran a estallar, por el momento, quedando de su anterior expresión sólo dos solitarias y rojas lágrimas en sus mejillas.

Paró en cuanto encontró un área de servicio, ni siquiera sabía cómo había llegado hasta allí, y apagó el motor. Sus manos aun temblaban y sabía que algo húmedo ocupaba su asiento, aquellos eran los últimos vestigios de lo ocurrido... Y sonrió. Volvió a sentirse acompañada, pero esta vez no se bajó del coche, no escudriñó el maletero, no sintió la necesidad de apaciguarse contra esa presencia. En aquella ocasión sabía de quien se trataba, durante años había usado la misma colonia y en aquel breve instante, el interior del coche despedía el olor inconfundible de su adorado y protector abuelo.


Hasta la próxima desconexión!!!!!!!!!!!!!!

15 comentarios:

Carlota dijo...

uff, Casti, erizada entera con tu relato... más cuando creo que de alguna manera ciertos seres queridos nos siguen acompañando y "ayudando" en nuestras vidas, aunque casi nunca seamos capaces de percibirlos. Genial la descripción de los momentos previos al supuesto choque. Un beso!

Miguelo dijo...

tan intenso como siempre, tus relatows

Jordicine dijo...

Coño!!! (PERDÓN). Le salvó el abuelo? Estaba muerto? Volvió del más allá? El obstáculo era un enemigo de su abuelo? Le ganó al mus? Ja ja ja. Me ha gustado, CASTIGADORA. La niebla es horrorosa. Si no has visto la peli d'Stephen King... vale la pena. Un beso. Hasta la próxima desconexión.

Clodovico dijo...

Que noo, que realmente murió en el accidente y estaba con su difunto abuelo, waw, es de las mejores historias que has escrito en serio, se me han puesto los pelos de punta! :O

Arcángel Mirón dijo...

Sin duda estaba ahí, con ella.

Me encantó, Castigadora.

:)

Un abrazo.

alfonso dijo...

Ni desconecto ni dejo castigo...

Si es que tendría que creer en algo... y te diría que era el ángel de la guarda.

Muy buen climax (el señor bajito de las largas bufandas lo hubiera confundido con el cambio climático... pero es otra historia)

La descripción es intensa y el final "húmedo" coheente.
Perfecto.

¿el abuelo tenía carnet?

Un beso

Möbius el Crononauta dijo...

Pues sí que era chistoso el abuelo, ¡vaya susto!

saludos

darling dijo...

La intriga, je, je, je, el misterio de lo desconocido, con lo que a mi me gusta eso en las peliculas, tengo que reconocer que luego me da un poco miedo. Chica yo tambien me quede helada, aunque no creo que los muertos vuelvan que vida solo hay una. Muchas veces hay algo o alguien que nos salva de algo que estaba por sucedernos, y no sabemos que es. Puede que las personas que ya no estan entre nosotros, nos echen una mano, je, je, Sra Hitcok, enhorabuena besitos.

Anónimo dijo...

Castigadora que historia mas bonita y que bien la cuentas como siempre a mi me parece que el abuelo la protegio yo creo que los seres queridos que nos dejan esten donde estem nos protegen siempre

Muchos besos y hasta la proxima

Castigadora dijo...

CARLOTA: Espero que el final te reconfortara.
Besos

MIGUELO: Siempre tan majo
Besos

JORDI: Jajaja, esa boquita. Tienes muchas preguntas, pero no creo que el abuelo tuviera enemigos de mus, se lo preguntaré.
La peli de Stephen King, si que la vi!
Besos

CLODO: Gracias, siempre es gratificante poder poner los pelos tiesos, jajaja.
Besos

ARCÁNGEL: Lo cierto es que a pesar de no poder verlo lo sintió y ¿no pasa eso con todas las grandes cosas?
Besos

ÑOCO: El señor bajito, no distingue un cambio climático de su mando del aire acondicionado.
No sé si donde estaba el abuelo le renuevan el carnet! Tendré que preguntarlo.
Besos

MÖBIUS: No creo que el abuelo estuviera de broma, pero es un punto de vista peculiar.
Besos

DARLING: Hitcok? Ni a la altura de los zapatos pero gracias. No crees que vuelvan de la muerte? Yo no lo sé, aunque si lo hacen no es del mismo modo en que lo hacían cuando estaban vivos. Tal vez sólo salgan de dentro de nosotros.
Besos

MATRIARCA: Sí es lo que pensó la protagonista. Y la protección que sintió pudo tranquilizarla después de algo así.
Besos

tetealca dijo...

Increible, he estado en tensión hasta el final.
Yo a veces también he notado la presencia de alguien más. Es desconcertante.
Castigadora: al entrar a tu blog esta vez se me ha quedado en la cabeza dando vueltas, como rebotando y no se porqué " Derecho a desconectar" y se me ha ocurrido una poesia que quiero y utilizo para dedicarte, por ser la primera en dejarme un comentario hace unos dos meses cuando empecé.
Espero que te guste:


Derecho a desconectar,
es mi derecho.
Derecho a no importunar,
con mis pensamientos.

Si no puedo desconectar,
porqué me quejo.
Si es mi responsabilidad,
y no la acepto.

Cuando desconecto,
mi mente vuela,
al universo y allí me espera.

Allí se encuentra con otras mentes,
mentes abiertas del mundo entero.

Derecho a desconectar,
a dejar mis neuronas volar.

Derecho a desconectar,
y a mis pensamientos descansar.

Derecho a desconectar,
a seguir soñando con el mar.

Tristancio dijo...

Como escena de película de misterio... me quedo con el clima que generas, muy bien logrado el suspenso. Y lograda también la descripción del espacio. A veces, las historias pueden ser sencillas, pero hay que tener la gracia y la habilidad para saber contarlas. Y tú las tienes.

Un abrazo.-

Castigadora dijo...

MONOTRIBUTO: Vaya señor de Plutón gracias por pasarte por mi humilde casa. Creo que podremos hacerte un hueco a ti y tu modestia!
Un saludo

TETEALCA: Gracias, gracias! Me encantó tu poesía, me encantó que me la dedicaras y por supuesto que te acordaras de mí
Un enorme beso y seguimos en contacto

Castigadora dijo...

TRSTANCIO: A veces las historias sencillas son las que más mensajes guardan entre sus lineas. El hecho de que opines así me anima a seguir intentándolo.

Besosss

Cecy dijo...

Sabes que una sensacion rara me invadio mientras leia tu relato, linda final, que suerte que siempre hay un angel protector.

besos