miércoles, 4 de marzo de 2009

ROJO SOBRE NEGRO



Era el último. No había nadie más. Su linaje se extinguía. Su forma de pensar, de actuar, de luchar, todo estaba obsoleto. Al menos eso es lo que le decían día tras día. Estaba anclado en el pasado. Con quién podría ahora medir su valor, su coraje, su honor. Que honor le quedaba, siendo el último, siendo el solitario bastión que nadie admiraba ya. No le quedaba nada. Ni la lucha, ni el reconocimiento, ni la sabiduría lo había preparado para aquello. Un samurai. El último samurai. Un vestigio de lo que había sido una orden poderosa, valorada... Estaba realmente sólo, la vida había sido injusta con él. No le proporcionó la muerte valerosa que se deseaba. Ahora sólo le quedaba un camino. Sólo había una manera de conservar el honor y acabar con aquella existencia, que era más una "resistencia".


Estaba arrodillado frente a una pequeña mesa de madera, se sentó sobre sus propios pies, y rezó. Su kimono se ceñía a su cuerpo, era parte de él, lo había usado durante toda su vida, pocas veces se vio en la necesidad de usar otra ropa, y se sentía, como si su ser se quisiera salir de su cuerpo.


Levantó la vista al frente, la katana estaba colocada frente a él, amenazante, implacable, resuelta y brillante, como la luz que se encuentra al final del túnel o en el jardín donde las almas pasan el resto de su existencia. El arma, lo señalaba sin posibilidad de apelación. Su frío llegaría pronto a su cuerpo y aliviaría el calor que en sus entrañas se posaba cada mañana, al abrir los ojos a un nuevo día.


Este era el momento. Lentamente, casi como si disfrutara con ello, se acercó y sintió la afilada punta en su estómago. Aferró con ambas manos la empuñadura y vaciló el tiempo justo para que en su cabeza entraran las imágenes de su vida que quería llevarse con él allí donde fuera.


Y empujó! Sus ojos se abrieron y se acristalaron a medida que la sangre resbalaba por el filo de la Katana, empapando su usado kimono, y formando un charco de sangre a sus pies, se tornaron opacos.


Rojo sobre negro.


-Ah!!!!!!!!!!!!!! Socorro!!!!!!!!! Ayuda!!!!!!!!!!! Que venga alguien!!!!!!!! El paciente de la 209, se ha apuñalado!!! Que venga alguien!!!!!...


-¿Cómo es posible que consiguiera un cuchillo, en el ala psiquiátrica del hospital?


-Os dije que seguirle el juego con eso de ser el último samurai no era la mejor terapia.


-Cállate! No digas tonterías. De todas formas todo lo que intentamos no funcionó tampoco... Estaba convencido de que era el último samurai.


-A quién le importa... No tenía familia que lo reclame, ¿verdad?


-No. Nadie.


-Pues dejad de preocuparos. Tomemos un café antes de la última ronda. Que tanto olor a sangre me ha puesto el estómago del revés.


Hasta la proxima desconexión!!!!!!!!!

21 comentarios:

el Rafa dijo...

Delicioso relato. Me gusto inclusive como usaste los colores para marcar las otras voces.
SAludos.

Jordicine dijo...

Me encanta todo lo oriental, incluídos los samurais. He visto un montón de pelis de ellos. Y, a pesar de ello, nunca se me ocurriría coger un cuchillo!!! Ja ja ja. Un beso. Hasta la próxima desconexión.

Miguelo dijo...

jueeee y yo pensando en un sepuku de esos o como se llame

Anónimo dijo...

Vuelo Libre. Me encantó el título aunque ya existe una novela... con eseee jeje, pero ¿como se puede volver aguien así de loco...? ¿y creerse tan importante como para matarse por ello? jaja, que vanidad más grande... que locura tan grande hay muchos samurais por ahí... pero no se matan ellos son de mentirijilla y suelen matar a los demás para satisfacer su locura.
Me recuerda a alguien...jejeje

Besos

tetealca dijo...

Has acaparado mi atención desde el principio hasta el final.
Me sorprende la sangre fría y poca profesionaldad de los encargados del hospital, sobre todo cuando se trata de un enfermo esquizofrenico con delirio de ser el último samurai.
Un abrazo.

Nessa dijo...

Me encanta. Sencillamente me encanta...
Sobre todo lo de: - tomaos un café y dejad de preocuparos... -
(eso me viene como anillo al dedo vaya)

Nos leemos,
Hedda

CHOPINGO dijo...

ESPERO NO ME TOQUE ESE HOSPITAL.
ENCANTADOR RELATO.

Castigadora dijo...

EL RAFA: Gracias por tu entusiasmo. Un gusto verte por aqui
Saludos

JORDI: A mi también me gusta todo lo oriental, y tampoco me creo un samurai! jajaja, pero es fascinante la forma que tenían de entender el mundo.
Un beso

MIGUELO: Creo que se escribe seppuku, pero no estabas muy desencaminado. Era un ritual muy doloroso, que permitía morir de manera honorable (por decirlo de algún modo) jajajaja. Mi intención es que lo pareciera!
Un beso

VUELO LIBRE: Espero que no te recuerde de verdad a alguien, porque si es asi mejor sales corriendo, ok?
Lo del título, si hay una novela aunque no la leí de hecho no sé ni de que trata, jajaja.
Vanidad? Pobre, la locura se reviste de muchas formas.
Un beso, loca!

TETEALCA: Lo cierto es que la sangre fría y el distanciamiento con los pacientes no es algo nuevo en esa profesión, (aunque hay excepciones!!!)
Un beso

HEDDA: Bueno es que ya sabes que el momento del café no se perdona!
Un beso

CHOPINGO: Bienvenido a este rincón de la blogosfera! Un placer que dejes tus letras conmigo.
Saludos

CHOPINGO dijo...

Gracias.
Tu comentario,es de los que realmente intento encontrar.
Saludos y sobre todo diviertete.

alfonso dijo...

ni desconecto ni castigo...

Trama bien sostenida y mejor resuelta. Dime el nombre de ese psiquiátrico para no retirarme a pasar mis últimos días en él.

...y besos eléctricos
CristalRasgado & LaMiradaAusente
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Arcángel Mirón dijo...

Me parece bien eso de seguirle el juego a quienes se creen napoleones, pero esto es ir demasiado lejos...

:)

Un abrazo, Castigadora.

Aljole dijo...

Como Psicólogo debería avisarte que algo está cambiando en ti... Espero que no sea peligroso.

Todos tenemos nuestro Harakiri particular... y a nadie le importa ello.

Bss!!!. Un placer, como siempre.

Castigadora dijo...

CHOPINGO: Un placer pasarme por tu blog.Seguriré comentando.
Saludos

ÑOCO: No creo que vayas a pasar el fin de tus días en uno de esos lugares.
Besos

ARCÁNGEL: No hay nada más peligroso, que fomentar la locura del loco, sobretodo sin control.
Besos

ALEXANDER: Me preocupaste! Dame tu opinión profesional, ¿qué está cambiando? Debo asustarme? Espero que no sea serio, jaja.
Besos

jonceltic dijo...

Se me revuelve el alma y eso que acabo de tomar el café...
Yo no me preocuparía por cambios, tranquila no demencias todavia ;)

Luchete dijo...

Qué bueno lo de usar los olores para las otras voces, te ha quedado original y me ha gustado el relato... te felicito hoy or ser mujer, pues hoy es tu día pues... un abrazo y buena semana!!!

Castigadora dijo...

JONCELTIC: Es buena señal que el alma se revuelva! Con o sin café. Ha sido un alivio que pienses que no demencio aun! Puff!! Jajaja
Besos

LUCHETE:Gracias por la felicitación. Que bueno que te gustó el relato
Besos

Möbius el Crononauta dijo...

¿Viajó en el tiempo y se convirtió en paciente de hospital? Pudo pasar...

Que hay cirujanos que manejan el bisturí cosa fina.

Gran relato.

Salud

darling dijo...

A mi tambien se me puso el estomago del reves, pues lo lei despues de comer, como no ibas a hablar de samurais, ultimamente estas muy "AL ESTILO JAPONES" tu me entiendes no? ja, ja,. Pobre, el que se apuñalo, y que buen corazon tienen lo del hospital, que humanidad, aunque es la realidad, por desgracia. Besos japonesita, aunque prefiero tus relatos mas intrigantes y menos sangrantes.

Alejandra Conte es:La Kolorada Siniestra dijo...

Me sorprendiste, estaba leyendo y pensando un posible desenlase y nada, me quedé asombrada.

Como siempre EXCELENTE!

Castigadora dijo...

MÖBIUS: Tal vez fue un viaje en el tiempo! No lo había pensado se lo preguntaré a mi musa cuando la encuentre de nuevo!
Besos

DARLING: Siento haber revuelto tu estómago, pero al menos no te dejó indiferente, jaja. La realidad es tan inhumana a veces?
Besos

KOLO Siempre tan linda! Gracias por venir a animarme!
Besos

eSadElBlOg dijo...

Mientras en la 407, el último biznieto de Toro Sentado se asoma a la ventana. Altos edificios desconocidos le impiden observar las laderas en las que aprendió a cazar.
Con una lágrima resbalándole por la mejilla acaricia la punta de una flecha...