Sentía su cabeza muy cargada. Le pesaba. Sí, era exactamente eso, le pesaba sobre los hombros, la sentía abarrotada de pensamientos que, en ese momento, no necesitaba. Tenía que escribir un discurso y así no podría hacerlo bien. Debía centrarse. Apartar de su mente todo lo que sobraba.
Palpó con la mano derecha su cuello, y encontró una pequeña cadena de oro. Tiró de ella hasta que apareció una pequeña llave del mismo metal. Sonrió al verla. Ahora podría lograrlo. Se acercó al llave a la cabeza, a la altura de la sien y la rodeó, hasta la parte de atrás. Allí insertó la llave en una cerradura oculta por el pelo, y abrió su cráneo.
Con la mano izquierda hurgó en su cerebro y fue extrayendo lo que no necesitaba. Las preocupaciones por la crisis, fuera. Los problemas familiares, fuera. El encuentro con el oponente, fuera. Aquellos niños de las noticias, fuera. La muerte por violencia de género, fuera. Los accidentes de tráfico, fuera. Las pateras, fuera. Las colas frente a la oficina del paro, fuera. Las camas en los pasillos del hospital, fuera... Y así pasaron diez largos minutos.
Ahora sentía su cabeza mucho más despejada, listo para comenzar la tarea. Sí, ahora podría hacer otro discurso vacío, lleno de palabras, y más palabras, distanciado de la realidad social. Lejos de aquellos pensamientos, que le hacían doler la cabeza.
Palpó con la mano derecha su cuello, y encontró una pequeña cadena de oro. Tiró de ella hasta que apareció una pequeña llave del mismo metal. Sonrió al verla. Ahora podría lograrlo. Se acercó al llave a la cabeza, a la altura de la sien y la rodeó, hasta la parte de atrás. Allí insertó la llave en una cerradura oculta por el pelo, y abrió su cráneo.
Con la mano izquierda hurgó en su cerebro y fue extrayendo lo que no necesitaba. Las preocupaciones por la crisis, fuera. Los problemas familiares, fuera. El encuentro con el oponente, fuera. Aquellos niños de las noticias, fuera. La muerte por violencia de género, fuera. Los accidentes de tráfico, fuera. Las pateras, fuera. Las colas frente a la oficina del paro, fuera. Las camas en los pasillos del hospital, fuera... Y así pasaron diez largos minutos.
Ahora sentía su cabeza mucho más despejada, listo para comenzar la tarea. Sí, ahora podría hacer otro discurso vacío, lleno de palabras, y más palabras, distanciado de la realidad social. Lejos de aquellos pensamientos, que le hacían doler la cabeza.
Hasta la próxima desconexión!!!!!
10 comentarios:
Toda una teoría acerca de lo que es importante escribir y de la importancia de la literatura.
Un abrazo.-
Me gusta, me gusta el enfoque q le has dado Casti... y sí... a quién no le gustaría tener esa llave de la q habla Lorena? Buen post...
Un abrazo grande, q tengas una buena semani!
Me gusta el relato, aunque que imposible dejar que las palabras que circulan por nuestras cabezas deje de hacerlo.
Un abrazo Casti!
Lo haría ahora mismo. Creo que me sobran muchísimas cosas, empezando por mi hipocondrismo. Besos, Castigadora.
Ojalá fuese tan fácil.
¡Saludos!
Ojalá fuera tan fácil a veces...Un saludo.
P.D: Este año no te sobran entradas para el derby ??? :P
LORENA: Uy! yo sería la primera que compraría esa llave! Pero no te da miedo sacar algo importante en el camino?
BEsos
TRISTANCIO Jaja. Es una pequeña teoría.. o más bien una crítica.
Besos
WILLY Y a mi que te guste a ti. Te tengo abandonado pero voy en estos días ok? el trabajo me ocupa "demasiado"
Besos
CECY Si que es dificil y también frustrante no poder mandar sobre una parte de tu cuerpo como lo hacemos con muchas otras.
BEsos
JORDI Jajaja tú y tu hipocondrismo... nada sobra!
Besos
SILVIO Ojalá!!!!!!!
ALEXANDRE: Ojalá!! me sobraran porque sería que fui a verlo pero este año ni pudeeeeeeee. Al menos ganamos jejeje
Besos
Y si todos hiciéramos lo mismo, sería este realmente un mundo feliz...
Saludos
Hola Casti, te dejo un abrazo grande y a ver si te veo por aquí pronti... feliz semani!
Ha!! yo quisiera algo asi de repente sacarte todos esos "malos" pensamientos o ideas y preocupaciones que te estresan demasiado.
Gracias chingu por tus relatos.
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