Aquel día
comenzó como cualquier otro. Tumbado sobre su costado izquierdo, se giró antes
incluso, de que su móvil se iluminara y sonara aquella vieja canción, que había
llegado a odiar.
Necesitaba
cambiarla.
En treinta
minutos estaba vestido, había desayunado y se disponía a ponerse en camino.
Pero antes, debía revisar su correo personal. Durante la noche podía haber
sucedido muchas cosas. También debía echar un ojo al correo del trabajo, sólo
por si acaso. Además necesitaba con urgencia abrir su facebook, su twitter, su
instagram, el perfil de su blog y el de su foro, revisar los periódicos y por
supuesto, la agenda y las notificaciones y recordatorios para el día que
avecinaba.
Cuando se dio
cuenta, llevaba más de cuarenta minutos de retraso. Iba a perder el tren y lo
peor de todo, la batería del teléfono ya iba por el cincuenta por ciento.
Cada vez se
consumía antes, no podía explicarse por qué.
Salió corriendo.
Por las escaleras se cruzó con varios vecinos, no los saludó. En fin, apenas
los conocía.
En su trayecto a
la estación revisó de nuevo los tweets más recientes y contestó un par de
ellos. Sus amigos virtuales siempre estaban allí para escucharle, y si deseaba
estar solo, con ignorar el móvil o silenciarlo, todo solucionado.
Llegó a la
estación, compró el billete y casi voló para alcanzar el último vagón, antes de
que el tren iniciara su marcha.
Un minuto, tal
vez menos, tardó en descubrir que el teléfono móvil no estaba en su mano. Debió
dejarlo caer antes de subir al tren. O tal vez en la taquilla.
De pronto en su
cabeza surgieron miles de imágenes: tweets no contestados, recordatorios de
citas que ya no recordaba, emails, actualizaciones de estado, el facebook…
Ni siquiera notó
cuando su mano aferró el freno de emergencia del tren. Con el ímpetu de su
corazón latiendo en sus sienes, abrió la puerta del vagón, sin reparar en que
éste aún no se había detenido y saltó. La velocidad era mayor de lo que se
apreciaba y cayó con fuerza contra el suelo, golpeándose la cabeza.
Todo se volvió
negro, como si su batería se hubiera quedado a cero.
Aquel día nadie
lo extrañó.
Hasta la próxima desconexión!!
2 comentarios:
Celebro tu regreso y tu relato... una fotografía certera y reflexiva de lo que somos y de lo que estamos dejando de ser... (me recuerda a muchos que conozco).
Saludos...
Gracias por la bienvenida y por pasarte por aquí después de tanto tiempo. No sabía si alguien me leería de nuevo. Siempre un placer tenerte por aquí. Yo también conozco a muchos así. Pero espero que no acaben igual que éste.
Saludos
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