1 de enero de 2013.
El móvil sonó justo después de
tragar la última uva, antes incluso de poder abrir el cava. La Guardia Civil no
entiende de fiestas, pensó.
Era su primera guardia. Llevaba
en el cargo apenas un mes y nunca había tenido que levantar un cadáver. No te
preparan para eso en la escuela de jueces.
¡Es genial, voy a ser la primera
de mi promoción en hacerlo! Estaba entusiasmada, pero debía fingir ante la
policía, no quería dar la imagen de frívola. Aunque ya estaba pensando en cómo
contárselo a sus amigos.
Llegó a la casa sobre las 2 de la
madrugada. Era una de esas casas en las afueras, escondidas en la sierra
rodeada de altos árboles. Una construcción ilegal, habría que derribarla, fue
lo que se le pasó por la mente. Pero no había tiempo para pensar en eso, ahora
lo importante era el cadáver.
Lo encontró tumbado bocabajo en
el césped que rodeaba la casa, en el lateral derecho. Sólo vestía unos
calzoncillos blancos, y las manos estaban atadas a la espalda. En la cabeza
tenía una bolsa de plástico, y había vomitado en ella.
“¡Asesinato!” Fue lo primero que
se le pasó por la cabeza. ¿A quién no?
“Esto se pone interesante”. Su
emoción iba en aumento
Pero el forense, le indicó que no
era la primera vez que veía suicidios así. Solían copiarlo de una película
antigua, de la que no recordaba el nombre. Se ponían una bolsa en la cabeza y
la ajustaban, después para evitar quitársela en un momento de pánico, se ataban
las manos a la espalda con bridas de plástico que usa la policía, ajustándolas
al tirar.
-Pudo sentir miedo al asfixiarse
y acabar tirándose por la ventana- dijo el forense.
Por lo que subió a la habitación
de la que supuestamente había saltado o había sido arrojado. No vio nada
interesante, así que decidió revisar el resto de la casa. Llegó a la cocina.
En la nevera había una nota.
“A la hora señalada, la muerte lo
festejará, en el reloj de los doce apóstoles”
-¡¿Cómo no lo ha visto la
policía?!- la joven jueza estaba atónita, le parecía imposible.
La nota estaba sujeta a la nevera
con un imán que decía en inglés: “Dicen que estuve en Praga pero no puedo
recordarlo” Y se veía un señor vomitando cerveza.
Su Señoría no podía ocultar su
sonrisa. El forense se acercó y disimuladamente, le preguntó qué le hacía
gracia en aquella situación. Pensaba que, novata como era, estaba en shock.
-¿No se da cuenta? Es muy
irónico. La nota, el imán de la nevera, el vómito, es un jeroglífico. Seguro
que en la prueba de sangre dará positivo en alcohol. Muy posiblemente cerveza.
-¿Perdone?- preguntó el forense,
mientras parpadeaba sin comprender.
Ella no contestó.
A las 4 de la madrugada firmaba
el informe de lo sucedido. En la causa de la muerte sólo puso: DEFENESTRACIÓN.
NOTA: Defenestración: Tirar a alguien por la venta.
En Praga hubo varias revoluciones que acabaron con el cambio de gobierno al ser sus miembros defenestrados.
Uno de los monumentos más importante de Praga es el Reloj Astrológico. Que se abre cada hora para dejar ver a 12 apóstoles entre otras figuras.
¡Hasta la próxima desconexión!
2 comentarios:
Hay tanto que defenestrar aquí mismo que no nos daría tiempo de tomar las uvas, ni ayudados por los doce apóstoles.
Un relato genial, claro.
· un beso desconectado.
· CR · & · LMA ·
Ñoco. Cuánta razón tienes. Nos ayudaría a ahorra tiempo si se auto-defenestraran ellos mismos.
Besos
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