Aunque necesito que me
reconforte, cuando me abraza, sin proponérmelo, coloco mis brazos flexionados
contra su pecho, a la defensiva; pero su convicción es mayor que la mía y su
férrea determinación vence mis barreras. Poco a poco dejo caer los brazos y
rodeo la curva de su espalda.
Mi cuerpo se ablanda ante el calor que lo envuelve, como si lo recordara de un pasado lejano; el corazón se abre, lo
deja entrar mientras se cierra el abrazo.
Me ha vencido, vuelvo a ser
vulnerable. Nada me da más miedo.
¡Hasta la próxima desconexión!
4 comentarios:
Con el título lo dices todo. La rigidez absoluta lleva directo a la rotura (no ruptura). La flexibilidad de un junco le permite sobrevivir, dejándose vencer para volver más fuerte.
Pero todo tiene un límite... a saber dónde.
Un beso
· LMA · & · CR ·
Ñoco, perder una batalla nunca es fácil de aceptar.
Creo que me hago adicta a tus reflexiones. ¿Qué pensará Ñoco de esto? jajaja. Casi un vicio no dañino (o tal vez sí)
Besos
La energía y electricidad de un abrazo rompe todas las barreras.
Me encanta Casti.
Tetealca, más encantada estoy yo de tenerte de vuelta. ¿Qué tal el receso? ¡No te ausentes mucho tiempo!
Besos
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