Arrodillada frente a una cama de hospital. Limpiando heridas, fregando suelos, esterilizando la sala de operaciones (que en ningún caso se podía llamar quirófano) cosiendo los agujeros de bala en los cuerpos sangrientos y remendando daños, aun peores, en las mentes de aquellos soldados.
Así pasaba sus horas, viendo la realidad de la guerra, o mejor dicho, de las batallas, porque no sabía cómo acabaría esta guerra, pero siempre era la primera en saber cómo acababan las batallas.
Así pasaba sus horas, viendo la realidad de la guerra, o mejor dicho, de las batallas, porque no sabía cómo acabaría esta guerra, pero siempre era la primera en saber cómo acababan las batallas.
Un día como otro cualquiera, después de otras tantas suturas, vendajes, operaciones, rezos envueltos en fiebres incontroladas, entre llantos y plegarias, apareció un nuevo herido. Estaba grave, pero tenía posibilidades de sobrevivir. Era sorprendente ver que aun cabía una esperanza, en medio de aquel mar rojo de desesperanza.
Su rostro era joven, casi todos ellos lo eran y su tez pálida, ya pensaba que ese era el color natural de la piel, no había visto otro en meses. La operación había sido larga, y perdió mucha sangre, estaba realmente débil. La fiebre crecía y deliraba.
La enfermera se acercó para intentar aliviar su dolor. El soldado estaba volando en fiebre, y sus alucinaciones iban en aumento. Creyó que la que posaba su mano sobre su frente era su madre, y sintiéndose al abrigo de su casa le contó como había terminado allí, en aquel lugar, que no reconocía.
Cambió su uniforme por el de un enemigo, al que obviamente había matado, pero eso no era necesario que su madre lo oyera, no quería mostrarle esa parte de él, no quería verse reflejado en sus ojos. Con el nuevo uniforme intentó infiltrase en las filas enemigas, cuando los bombardeos empezaron. Las bombas caían sobre ellos, sin tregua. No sabía nada más, no podía recordar cuando lo hirieron, ni como lo trasladaron, nada, todo estaba oscuro, confuso y dolía. ¡Dios!... !Sí que dolía!
Se encontraba exhausto por lo que el relato se entrecortaba, y en ocasiones, su voz no pasaba de un susurro, que era complicado de entender.
Era muy posible que la falta de fuerza para elevar algo más la voz, lo estuviera salvando de un fusilamiento.
Era muy posible que la falta de fuerza para elevar algo más la voz, lo estuviera salvando de un fusilamiento.
La enfermera estaba muy sorprendida y su primera intención fue acudir al médico encargado de su pabellón, y comunicarle la información obtenida del soldado, incluso, tal vez, podrían sacar alguna ventaja de él.
Justo cuando tomó la resolución de delatarlo, el soldado la agarró del brazo, y viendo en su rostro, aquellos rasgos que amaba, lloró amargamente, y suplicó que lo llevara de vuelta a casa. No quería estar en aquel lugar, deseaba volver con su familia, estaba asustado, tenía frío, y se sentía solo en medio de una locura de sangre, mugre, pólvora, humo y fuego que no comprendía, que no quería recordar. Deseaba volver, necesitaba volver, si no era posible quería que terminara ya:
-¡¡No dejes que me lleven de vuelta al campo, por favor, no lo permitas, mamá!!
Le suplicó dejando marcados los dedos sobre su piel:
-¡Llévame de regreso contigo! Y nuevas lágrimas bañaban sus heridas.
La enfermera, sintió como sus piernas se aflojaban y su determinación cedía, y aquel al que debía odiar, al que, de hecho, odiaba, y que creía culpable de todas las atrocidades que veía a lo largo del día, le estaba rogando desesperadamente.
Bajó su mano, y con gesto amoroso, apartó el cabello de su rostro, que se había quedado pegado debido al llanto y al sudor. Acercó su boca a su oído y le brindó el único consuelo que podía darle. Él soltó su muñeca y torció su boca en una especie de sonrisa infantil y confiada, aquella que sólo puede aflorar cuando te sientes arropado por tu madre.
No sabía si hacía lo correcto, pero estaba allí para cuidar enfermos, qué más daba que fueran de su “bando” o del contrario, qué importaba, acaso no eran personas, y acaso no estaban igualmente asustados, enfermos, heridos, solos y roídos por el miedo, independientemente del color de su uniforme.
Aquel día no acudió al médico encargado de su pabellón en el hospital de guerra, pero antes de acostarse tuvo que luchar con la idea de que, tal vez, estuviera salvando al hijo, al hermano, al padre, al sobrino, al cuñado, al primo o incluso a la propia persona responsable de que encima de su mesa se encontrara una bandera doblada y humedecida por sus eternas lágrimas.
Hasta la proxima desconexión!!!!!!!!!!!!!!!!
19 comentarios:
Ni castigo ni desconecto... que esto me interesa...
Todos tenemos una bandera virtual doblada entre los pliegues de nuestras neuronas, llorando por la estupidez humana que convierte banderas reales multicolores en banderas de sangre y lágrimas.
¿hasta cuando?
me parece mucho esperar
a esperar ser personas.
¡demasiado tiempo!
que
no
tenemos.
Muchas veces me digo, en la guerra uno contra otros, todos le piden a un mismo Dios.
Ella hizo lo que su voluntad le decia y cuando tengamos la oportunidad de decir algo a alguien que sea una palabra que lo conduzca a la Paz
excelente como siempre.
besos
Me gusta el giro que estas dando a tus relatos, ahora son más ¿salvajes?, ¿crudos? ni idea.. ojala pudiera expresarme como tu :)
PD: tienes uno de mis blogs preferidos.
Hola de nuevo,te agradezco tu visita así como tus palabras.
Escribes relatos no solo de gran calidad sino con un gran mensaje o llamada de atención,como dando voz a ese silencio que se pasea por entre la gente de la sociedad.El derecho y el deber,tan recurrentes cuando interesa y lejanos a veces.La protagonista se enfrenta a ambos en un momento de rabia y ternura,de emoción y coraje.
Leí tb tu relato de la extraña pareja en un paso rápido por el blog y cuantas vidas evitarían sufrimientos si la gente se implicara más sucede en el relato.
Tienes un blog para no desconectar de su lectura.
Y felicidades atrasadas! :)
Estoy de acuerdo con Clodovico. Cada vez eres más salvaje. Ja ja ja. Tarantino te ficha pronto. Un beso y hasta la próxima desconexión.
uf... emociones encontradas... de todos modos creo que hizo bien, o no... pero yo hubiera hecho lo mismo que ella. Un besuco.
Mi bandera no tiene un color concreto, los tiene todos, tampoco tiene una musica concreta lo abarca todo, esa es mi bandera, la identificacion con mis valores, con pesamientos y emociones humanas, mi bandera mi pais puede estar hoy aqui y mañana a saber donde, por que no se identifica una tierra en particular, y de verdad, que no me intenten convencer de lo contrario.
Saludos
ahi estas pintada. Dejandolo a uo sin palabras y con una gran relexion en la mente.
Besos
hermoso, nena, como siempre...
ÑOCO: Esperar. Sí, a que algunas personas comprendan lo que los demás ya saben. Lo malo es que esas personas son las que mandan sobre los ejercitos, y la resistencia pasiva (la nuestra) no está sirviendo de nada.
Besos
CECY: Sí, estoy contigo, si tomamos un camino, u orientamos a alguien en él, procuremos que no sea el de la sangre.
Besos
CLODO: Tal vez esté en una etapa de incredulidad, o de pesimismo, pero me alegran que te gusten. Gracias por tus palabras.Me encanta tenerte por aquí
Besos
CARLOS: Un placer tu visita.
Ella se enfrentó a sus demonios y venció su corazón a su miedo y su venganza. Ojalá todos pudieramos presumir de eso.
Besos
JORDI: Como decía un amigo de mi hermano hace años "aun me falta algo de sangre" para que Tarantino me fiche, jaja.
Besos
CARLOTA: Hizo bien, si. Haríamos lo mismo, ojalá que sí, espero que no tener que comprobarlo nunca.
Besos
KPAX: La única bandera que quiero sentir como mia es la de la paz.
Besos
MATEO: Tú sin palabras, no me lo creo. Si te hizo pararte a pensar, es un gran premio para mi
Besos
ILUSO: Gracias. Como siempre un placer.
Besos
Las batallas siempre acaban con un baño de sangre, sufrimiento y corazones rotos. Tambien odios. Pero creo que hizo lo correcto como profesional, aunque sorprendente el final, no sé que se puede sentir en ese caso.
Hasta la proxima dcnxn.
Es que frente a la muerte y el dolor no hay ideales que valgan. Me refiero a que podemos creer en determinadas cosas, pero cuando alguien agoniza adelante nuestro... no hay teorías.
Hola castigadora,que bueno el relato y que bien lo cuentas, con una gran sensibilidad como todo lo que escribes, me encanto, eres fantastica
Besos guapa.
¡Vaya! Eres un descubrimiento. Voy a darme una vuelta más despacio.
Hola Castigadora: un gusto que te haya gustado mi blog. Dejate caer cuando quieras.
Dices derecho a desconectarse, no sé hasta que punto pretendes que lo hagamos, tocas temas muy sensibles en una aparente desconexión. La primera vez que leí un cuento tuyo casi lloro de pena, lo tuve que leer dos veces y revisar el blog para darme cuenta que, por suerte, era ficción.
La guerra, casi siempre son las mujeres, las madres las que reciben las banderas.
Mi madre tiene una parienta que recibió dos, una por cada hijo piloto muerto en una guerra lejos, muy lejos de casa. Ahora, y desde hace mucho, ella, está loca y el día de las madres ella recibe de una organización determinada una torta por cada hijo el Día de las Madres.
Esa es la realidad de la guerra.
Un saludo!!!
TETEALCA: Sí, yo tampoco sé que puede sentirse en esos casos, pero espero ser generosa de corazón como ella, y no dejarme arrastrar por la venganza. Besos
ARCÁNGEL: Eso es lo que debió pensar ella. Y además podríamos arrebatar una vida de este modo? Ojalá que no. Besos
MATRIARCA: Gracias. En estos temas la sensibilidad es lo único que nos salva. Besos
PCBCARP: Claro, todas las puertas están abiertas en este blog, pasa y espero que te guste. Besos
PUJAMAMITA: Las guerras, son lo que son, todos sabemos que conllevan muerte, desolación, sangre... y madres y padres, y familias desgarradas. Todos sabemos lo que son, pero aun no pudimos erradicarlas. Saludos
Que relato mas triste darling, como todas las guerras siempre dejan desolacion y tristeza, y mucha muerte sin razón. Por que la muerte nunca sirve para nada, NADA,. Así no se solucionada nada, sin dialogo. Es un buen ejemplo de que hay que ayudar, sin mirar a quien, para cuando nos haga falta a nosotros. Conmovedor relato. Besitos
DARLING La atmósfera es triste, el contexto también pero yo veo un rayo de esperanza en la acción de ella. El mensaje es un poquito menos desolador, no crees?
Besos
PETARDILLA: Tan triste, que puede ser cierto. Desgraciadamente la realidad es así. Es verdad que la mujer actúa como se debería, pero necesito más dosis de esperanza, no es suficiente con una sola persona, actuando en un momento. Yo hubiera preferido, prefiero que todos se hubieran dado cuenta al igual que ella y se hubieran sublevado y hubiesen abandonado la guerra... jaja.. No sé algo más...
Mas, necesito algo más para creer en este mundo en su futuro...
sino estamos perdidos.
Besitos y a ver si se convierten en realidad mis deseos.
(Que ilusa soy...)
Publicar un comentario