domingo, 5 de septiembre de 2010

¿MARIONETAS?

El teatro estaba cerrado. Hacía tiempo que cada vez menos personas acudían a aquel hermoso lugar para distraerse de sus abarrotadas vidas. Era un teatro muy antiguo, de los primeros que abrieron en la ciudad, y el único de sus características que queda aun en pie aquellos días. No era un teatro como los demás, sino un teatro de marionetas. Algunas de ellas tenían más de 100 años de antigüedad. El propietario del teatro lo había asumido como una herencia familiar, que por momentos lo había enorgullecido, y por momentos agobiado hasta tal punto que no podía soportar tocar las “riendas” de aquellos muñecos carentes de vida, que estaban consumiendo la suya. No era su pasión, sino más bien una devoción al trabajo realizado por los que estaban antes que él. Pero aquella noche todo iba a cambiar, aunque él aun no lo sabía. Estaba haciendo su revisión nocturna, siguiendo las pequeñas rutinas de su vida, una tras otra, tras otra, tras otra, cada noche, cada día, cada semana, de cada mes, de cada año.

No sabía bien por qué, pero esa noche estaba tan cansado. Se sentó frente a la colección más antigua del teatro, la mayoría de aquellas marionetas ya no se utilizaban eran como las joyas del teatro, las joyas de la familia.
Sentado frente a ellas sabía que les debía su vida, ya que ellas le habían dado de comer todos aquellos años, y también las odiaba por ello. Cuando estaba apunto de levantarse para irse a casa (como siempre) le pareció ver algo raro. Se quedó mirandolas sin pestañear esperando confirmar lo que había ¿visto? O ¿imaginado? Entonces nuevamente lo vio. Una de las marionetas se movía sola. No podía ser. No era posible. Debía ser el cansancio. Debía ser... pero en aquel momento volvió a moverse. No sólo a moverse sino que se puso... ¡de pie!

Era una de las marionetas más antiguas, un viejo muñeco con cara de malo que siempre fue el villano de los cuentos para niños.
Se quedó mirando fijamente al dueño del teatro y moviendo lo que simulaba su boca emitió un susurro... no... no era un susurro... ¡estaba hablando!
No podía creer que alucinara así, pero entonces la marioneta llamó su atención..
-¡Eh! ¡Tú! Ven aquí. Necesito que me ayudes. Oye, ¿no me oyes? Estoy cansado de estar aquí ¿puedes ayudarme?
-¿Me lo dices a mí?
-Jovencito, ¿Ves a alguien más?
Era muy gracioso que una marioneta llamara a un señor de cincuenta años jovencito, pero teniendo en cuenta que podía tener el doble de aquella edad, suponía que a sus ojos podía serlo.
Se acercó. Lo cogió y lo colocó encima de la mesa apoyado contra uno de los libros de cuentos.
-Aun no puedo creerlo- hablaba para sí mismo, pero la marioneta contestó a su frase.
-Sí imagino que en vuestro mundo es difícil pensar que nosotras las marionetas tenemos algo que decir que sea distinto a lo que ponéis en nuestra boca o que queramos ir a un lugar distinto de aquél al que queráis llevarnos.
-Pero ¿por qué ahora? ¿por qué no te me mostraste antes?
-Me tomó mucho tiempo decidirme e ir contra lo que fue escrito para mí.
-¿A qué te refieres?
-Quiero acabar con mis días de marioneta- no entendía nada de lo que aquel muñeco articulado le estaba diciendo.
-Quiero cortar mis cuerdas- intentaba hacerse entender por aquel humano que lo miraba con los ojos desencajados por la sorpresa y la incredulidad. No le culpaba era todo un shock que una marioneta de 100 años se presente ante ti y pida una eutanasia, hasta él podía sentir lo irreal que era aquella situación.
-¡Pero estás loco! ¿Sabes lo que vales? No puedo hacer eso. ¿Además para qué? ¿Por qué?
-¿Por qué? Sabes lo que es estar más de cien años atado a los deseos de los demás, no pudiendo decidir, no pudiendo hablar, ni moverse fuera del escenario, esperando a que te toque la hora del retiro y entonces te amontonan en un rincón y te llenas de polvo, te empiezas a pudrir, tus cuerdas siguen ahí frenándote, pero no puedes hacer nada porque fuiste creado para eso, es tu finalidad, para lo que fuiste hecho. Es la prisión que uno mismo crea. Es la peor y la mejor prisión, una de la que no puedes escapar.

-Pero puedo volver a usarte si es lo que quieres. Puedo volver a subirte a un escenario-No sabía por qué pero la idea de cortas las cuerdas de aquella marioneta le ponía extremadamente nervioso.
-¿Volver al escenario? ¿Por qué querría volver al escenario? Para seguir siendo el “malo de la película” el bandido del oeste, el brujo del cuento... aquello para lo que fui creado y no puedo cambiar... ya me cansé de eso. Los límites que me impusieron, no me permiten acercarme a nadie. ¿Sabes lo que es estar enamorado de una bonita marioneta y no poder acercarse a ella, hacerle cosas atroces en ese escenario y luego no poder cruzar la distancia de dos estantes que nos separaba? ¿Sabes lo que es vivir tu vida conforme deciden los demás? No quiero volver a ese escenario donde todas las pautas están escritas. Solo quiero cortar mis cuerdas. Ayúdame.
-No puedo hacer eso. Eres una marioneta muy valiosa para el teatro.
-Pensé que podrías comprenderme. Pensé que serías el único que cortaría mis cuerdas, por eso me mostré ante ti. Pero veo que no hay diferencia...
Sí que podía entenderlo. ¿Acaso él no era una especie de marioneta que había vivido su vida conforme se le había marcado? Siguiendo las pautas preestablecidas desde que nació. Sin atreverse a cortar los lastres que le ataban de pies y manos.

Se levantó y fue a por las tijeras. No podía creer que fuera a destrozar una marioneta que valía miles de euros. Pero sin pensarlo colocó todas las cuerdas en la apertura de las tijeras y las cerró, cortando de una sola vez todas ellas. La marioneta cayó desplomada sobre la mesa, con la boca abierta...

Escuchó un fuerte golpe. Una vez. Dos. Tres. Alguien llamaba a la puerta, su cabeza no estaba muy despierta, ¿qué había pasado? Abrió los ojos. Su cabeza reposaba sobre la mesa de la sala de las marionetas, las tijeras sobre la mesa, pero la marioneta no estaba. No podía recordar muy bien cual de ellas había sido; era ese momento al despertar en el que no podemos ver claramente lo que hemos soñado.

Un sueño... eso era... como no se le había ocurrido antes... levantó la cabeza lentamente e intentó pensar con claridad... se había sentido muy cansado la noche anterior y se había dormido. Era una explicación mucho más plausible que las marionetas parlantes.. ahora se sentía un poco avergonzado por aquel sueño que lo había conmovido... No fue a abrir la puerta no le interesaba lo que querían venderle. Iba a irse a casa, ya era por la mañana. De pronto vio algo que le puso la piel de gallina...
La cruceta y las cuerdas de una marioneta estaban en el suelo... cortadas... pero la marioneta, aquella antigua marioneta, aquel villano de buen corazón, había desaparecido.

(Una semana más tarde) ...

Ese era el último espectáculo que iba a celebrarse en el teatro y así se anunciaba. Había sido toda una institución por lo que muchos quería despedirse de él. Estaba a rebosar... pero nadie conocía la obra que se representaría. Aquella noche el cartel de la obra se dio a conocer en el escenario...



TITULO: CUERDAS CORTADAS...
(Hoy todos los papeles de los cuentos serán invertidos, los villanos serán los buenos, sus verrugas no serán impedimento para encontrar la felicidad, sus ropajes negros serán ropas de fiesta, su malvada risa una risa sincera. Hoy los príncipes serán vengativos y las princesas cobardes.. hoy todas las marionetas son libres para crear su mundo por primera y última vez en este Teatro)

Después de la última representación cuando los aplausos cesaron tras muchos minutos de reconocimiento, el Teatro cerró sus puertas para no volverlas a abrir. Nadie supo dónde fue el propietario, pero esa representación se recordó por mucho tiempo.

Hasta la próxima desconexión!!!!!!!!!!!!!