martes, 31 de marzo de 2009

EL TIEMPO ENTRE EL PERRO Y EL LOBO


Ya estaba anocheciendo (el tiempo entre el perro y el lobo) Había sido un día desapacible, el viento golpeaba los cristales, lamentándose.

Acababa de firmar la sentencia contra aquel violador. Aquel ser horrendo y miserable, que tenía a sus espaldas más de cuarenta violaciones. Algunas de sus víctimas habían sufrido su ataque en dos ocasiones diferentes, aquel siniestro engendro.

Se levantó de su silla de piel y se quitó la toga. A veces le gustaba tenerla puesta cuando cogía su pluma negra, para firmar sus resoluciones, éste era unos de esos momentos. La colgó en la percha de pie que tenía en una esquina del despacho, y dejó que su cola se desenroscara. Aquella cola fina y enérgica que terminaba en punta de flecha. Estiró todo su fibroso cuerpo, totalmente entumecido. Miró por encima de su hombro al escritorio y vio aquella tarjeta celeste sobre su portátil.

-Hay ocasiones en que los dos bandos estamos de acuerdo.

Y sonrió torciendo la comisura de sus labios, mientras rascaba su oreja con la punta de su cola.


Hasta la próxima desconexión!!!!!!!!!!!

sábado, 14 de marzo de 2009

CARTA: DIVAGANDO (VER LO INVISIBLE)


Nunca tuve la oportunidad de saber si me parecía a mi madre o a mi padre. No sé si mis ojos son azules, o marrones, si mi pelo es negro o rubio, o incluso si es largo, corto, o me he quedado calvo de forma prematura. Y no, no es que sea ciego, es que soy un hombre invisible. Y por tanto no conozco mis rasgos, ni mi apariencia física. Es más ni tan siquiera sé si estoy vestido. Imagino que no. Que necesidad tendría un hombre invisible de ir vestido.
Aun no sé como sobreviví todo este tiempo.

Nací de lo que diagnosticaron a mi madre como un parto psicológico. Sí claro, no se veía nada en las ecografías, debía ser todo cosa de su mente. Deseaba tener un bebé más que nada en el mundo.
Ella, sabía que algo crecía dentro de su vientre, que no era imaginario el amor que me tenía. Pero debía pelear contra todo. No acudió al hospital, después de aquello, y el parto, menos mal, sin complicaciones, tuvo lugar en el baño de casa.
Ella no podía verme, pero algo empujaba por salir de su interior, y una especie de vacío estaba rodeado de sangre, cuando todo aquello terminó.

No me pregunten, como me dio de mamar en aquella época, pues no guardo recuerdos tan tempranos, pero lo único que puedo suponer, es que tal vez los ojos de mi madre, fueran los únicos que pudieran vislumbrarme. Siempre supo cuando la espiaba, donde estaba, y si era el culpable de alguna travesura.

Sus amigos la miraban raro, e incluso algunos murmuraban a sus espaldas, pero a ella no parecía importarle. Nunca conocí a mi padre, pero aquello, no me importaba a mí, porque como se puede conocer a un hombre invisible, auque esta vez cuando digo invisble, no me refiero a mí, salí de la vida de mi madre poco después de creerla loca, con lo del embarazo.
Cuando ella me dejó, no demasiado tarde para mi gusto, fue cuando realmente me sentí invisible.
He visto muchas películas sobre mi “especial situación”, lo cierto es que la subida del precio de los cines es algo que no me afecta en absoluto, así que puedo aprovechar para disfrutar de una de mis grandes pasiones. Pero no nos desviemos del tema.
Como decía, he visto la versión que la gente “visible” tiene de la invisibilidad. Imaginan, que espiamos, sus intimidades, se creen que todos los invisibles somos unos “salidos”.
Digo todos, aunque no he conocido a ningún otro. Por desgracia entre nosotros tampoco podemos vernos, pero escuché rumores al respecto. Era un gran misterio saber si era único en mi especie o tenía algún compañero de fatigas, aun no lo puedo saber a ciencia cierta.
En fin, que es desconcertante, que en todas las películas se nos acuse de locos desalmados, que al ser invisibles nos creemos que no debemos responder por nuestros actos. A mí no me educaron así.
También debo decir que es muy molesto, que nos confundan con fantasmas, por favor, aun no he visto a ninguno, pero me han hecho de todo para exorcizarme. Brujas timadoras, curas parlanchines, iluminados, todos con su agua bendecida, ¿qué pretenden que me dé una gripe?, porque aparte de eso, no sé...

Sí, a veces confieso que hago travesuras. Una vez le limpié a mi vecina la cocina, y estuvo dos meses preguntando a toda su familia quien había conseguido arrancar la grasa de los quemadores, jaja. Bueno, no es una travesura muy grande, pero tened en cuenta que siempre que se os despareje un calcetín, o se os pierdan las tijeras, o incluso que el alambre del “Pan Bimbo” que habíais colocado sobre la mesa, desaparezca, es que me siento travieso, o aburrido, o sólo porque, ¿alguien alguna vez abrazó a un hombre invisible? ¿Alguno de ustedes, acarició mi mejilla? O tal vez ¿limpió mis lágrimas?
¿Pensaron en algún momento lo frío que se siente el mundo, cuando uno es el hombre invisible?


Hasta la próxima desconexión!!!!!!!!!!!!!!!!!!

miércoles, 4 de marzo de 2009

ROJO SOBRE NEGRO



Era el último. No había nadie más. Su linaje se extinguía. Su forma de pensar, de actuar, de luchar, todo estaba obsoleto. Al menos eso es lo que le decían día tras día. Estaba anclado en el pasado. Con quién podría ahora medir su valor, su coraje, su honor. Que honor le quedaba, siendo el último, siendo el solitario bastión que nadie admiraba ya. No le quedaba nada. Ni la lucha, ni el reconocimiento, ni la sabiduría lo había preparado para aquello. Un samurai. El último samurai. Un vestigio de lo que había sido una orden poderosa, valorada... Estaba realmente sólo, la vida había sido injusta con él. No le proporcionó la muerte valerosa que se deseaba. Ahora sólo le quedaba un camino. Sólo había una manera de conservar el honor y acabar con aquella existencia, que era más una "resistencia".


Estaba arrodillado frente a una pequeña mesa de madera, se sentó sobre sus propios pies, y rezó. Su kimono se ceñía a su cuerpo, era parte de él, lo había usado durante toda su vida, pocas veces se vio en la necesidad de usar otra ropa, y se sentía, como si su ser se quisiera salir de su cuerpo.


Levantó la vista al frente, la katana estaba colocada frente a él, amenazante, implacable, resuelta y brillante, como la luz que se encuentra al final del túnel o en el jardín donde las almas pasan el resto de su existencia. El arma, lo señalaba sin posibilidad de apelación. Su frío llegaría pronto a su cuerpo y aliviaría el calor que en sus entrañas se posaba cada mañana, al abrir los ojos a un nuevo día.


Este era el momento. Lentamente, casi como si disfrutara con ello, se acercó y sintió la afilada punta en su estómago. Aferró con ambas manos la empuñadura y vaciló el tiempo justo para que en su cabeza entraran las imágenes de su vida que quería llevarse con él allí donde fuera.


Y empujó! Sus ojos se abrieron y se acristalaron a medida que la sangre resbalaba por el filo de la Katana, empapando su usado kimono, y formando un charco de sangre a sus pies, se tornaron opacos.


Rojo sobre negro.


-Ah!!!!!!!!!!!!!! Socorro!!!!!!!!! Ayuda!!!!!!!!!!! Que venga alguien!!!!!!!! El paciente de la 209, se ha apuñalado!!! Que venga alguien!!!!!...


-¿Cómo es posible que consiguiera un cuchillo, en el ala psiquiátrica del hospital?


-Os dije que seguirle el juego con eso de ser el último samurai no era la mejor terapia.


-Cállate! No digas tonterías. De todas formas todo lo que intentamos no funcionó tampoco... Estaba convencido de que era el último samurai.


-A quién le importa... No tenía familia que lo reclame, ¿verdad?


-No. Nadie.


-Pues dejad de preocuparos. Tomemos un café antes de la última ronda. Que tanto olor a sangre me ha puesto el estómago del revés.


Hasta la proxima desconexión!!!!!!!!!