domingo, 16 de enero de 2011

16 DE ENERO


El mismo bar, distinta gente, cada año diferente.

Aquellas mesas redondas de manera, con sus sillas a juego, tan “al oeste”. Era el mismo bar, tenía su mismo encanto. Suelo de madera, barra de madera, todo un clásico, como lo que ocurriría esa noche, ¿cuántos 16 de enero habían pasado? ¿10? Posiblemente algo más.
Subió a la tarima, por supuesto también de madera, conocía hasta el crujir de cada una de las tablas.

Ajustar los detalles, el amplificador, el micrófono, las luces. El dueño del bar que lo mira, desde detrás de la barra, entre sonrisas cómplices, son muchos años, muchos 16 de enero. ¿Pero desde hace cuántos algo no va como siempre? Sabe muy bien desde cuándo y también qué es lo que falta.

Al lado de su taburete, hay otro exactamente igual, con otro micrófono... bueno, sólo el pie. Este año el micro no está, otro detalle que es diferente.
¿Qué habrá sido de ella? ¿Aún recordará esos momentos compartidos, sobre las tablas, esas letras que componían en los efímeros descansos? ¿Se acordará de las melodías que extraían de sus risas y sus penas?

Todo está listo.

Hace un pequeño guiño al camarero y como por arte de magia, esa que irradia la música, que es parte de ella, se apagan las luces y se enciende un único foco que le convierte en el protagonista de su propia vida inventada.
Siempre aquel sentimiento, aquella sensación de que sobre el escenario se crea un mundo aparte sólo para él.. (sólo para ellos)
Comienzan los primeros acordes. El corazón se acelera, la voz preparada, las memorias que se agolpan, la emoción contendida, y ... el primer verso que se escapa de su boca, como un lamento...
El sentimiento sigue ahí, intacto, pero algo solitario, algo triste, pues la segunda voz no lo sostiene, no lo ampara, la segunda voz (su segunda voz)

De pronto, un nuevo foco se enciende y tras la barra del bar, antes a oscuras, aparece nuevamente con su rostro iluminado no sólo por los focos, sino por esa alegría de volver a cantar aquella canción, la música tenía ese efecto en ella.
Avanza despacio entre las mesas hasta alcanzar su sitio, junto a él, creando su mundo exclusivo, alejados de todos, solos.

No ha perdido ni un poco de su encanto, su rostro no ha sufrido la más mínima variación, no pierde el ritmo, sigue siendo la armonía perfecta. Su garganta, sin embargo, parece que ha perdido fuelle pero la emoción suple a la técnica. Cómo no estar extasiado después de encontrarla de nuevo... después de...

Juntos avanzan por la letra como el que recuerda un bello sueño. La canción está llegando a su fin (y este año no quiere que acabe) El aniversario va a finalizar, el colofón... y ... ¡Aplausos!
Las luces a punto de encenderse, se gira mira hacia la izquierda y la sonrisa se le congela en la cara.
Ella está allí, tan frágil, tan pálida bajo aquel foco que la ilumina, tal vez demasiado, le dedica una última sonrisa, no sólo con sus labios, sino con sus ojos, que siempre fueron capaces de sonreír, y que tanto le gustaban.

Tras un breve instante, justo antes de encender las luces, se desvanece convirtiéndose en pequeños granos de arena, desplazados por el aire, como una pequeña tormenta del desierto, y el taburete queda de nuevo vacío, solo, triste, al igual que él. Vuelve el sentimiento de pérdida.

Ya no escucha los aplausos, no ve las caras de los clientes... Se acerca al taburete, posa su mano en el asiento y está cálido... pero aun así no hay nadie. Es hora de dejar de acudir a aquel bar, estaba a punto de cruzar la línea. Desde esa noche que desapareció sin dejar rastro, ...ya no podía aguantar más no saber nada de ella, eran demasiados años de espera, se estaba volviendo loco... aun la veía con 20 años, nada había cambiado, no dejaba que el tiempo pasara...

Se giró de nuevo, recogió las hojas con las letras de las canciones, que siempre preparaba por si olvidaba algo (otra mentira, en el fondo sabía que las llevaba por si ella regresaba a "su bar" y no era capaz de recordar las canciones) Pero de pronto, entre ellas, había una nueva canción, una que no había escrito él, una que nunca había visto, una.. firmada por ... y el título...

DON´T SAY GOODBYE


¿Es posible que los recuerdos sean egoístas, y que no estén de acuerdo con ser olvidados? ¿Es posible que nos golpeen cuando estamos desarmados y nos hagan caer de nuevo al abismo? ¿Es posible vivir entre recuerdos por más de 10 años?
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(La historia, en parte, está influenciada por las canciones que suenan en el reproductor, son de un grupo de Corea que se llama CN Blue, por si alguien está interesado)

Hasta la próxima desconexión!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!