Salía de su oficina, oprimido en su traje gris, con su corbata gris, su camisa blanca, sus zapatos negros. Oprimido, sí esa era la palabra. Pero no es que le quedara pequeño el traje, no, de hecho incluso le venía algo grande, nunca se fijaba mucho en esas cosas cuando lo compraba, le daba igual. Todo le daba igual, su vida, su trabajo, sus compañeros, su mujer, tal vez, sí tal vez, sus hijos, puede que ellos fueran los que lo ayudaban a levantarse por la mañanas en su miserable, monocorde, y gris vida. Pero aun así sentía como el traje le oprimía los pulmones, sin dejarlo apenas respirar.
Entró en su coche y condujo hasta la otra punta de la ciudad, su piel era cada vez más traslucida, se miraba en el espejo retrovisor y no se reconocía. Pero eso también le daba igual.
Llegó al motel, siempre el mismo, con un cartél luminoso de un mejicano durmiendo la "siesta" tal como rezaba el propio letrero de colores.
Se bajó del coche, abrió el maletero, sacó la bolsa de deporte, pasó por recepción y solicitó nuevamente la habitación 29. Era como un ritual, todos los viernes, entró.
Allí lo esperaba la soledad, el anonimato, no había una amante, no había un hijo ilegítimo, el nunca haría eso. Sus compañeros creían que le era infiel a su mujer, y debido a ese "compañerismo" tan absurdo entre hombres, habían decidido cubrir sus "partidos de fútbol" los viernes a la salida del trabajo. Nunca los sacó de su error, además su mujer no tenía que enterarse ¿qué podría pasar si ella se enteraba? No! no podía ni pensarlo, no podía enterarse.
Abrió la bolsa y sacó un traje de noche, unos zapatos de tacón, unas medias de rejilla, una peluca negra de rizos, y un estuche de maquillaje. Se colocó como cada viernes delante del espejo de la habitación, se desvistió lentamente. Así podía imaginar que su apariencia, su "disfraz" de hombre caía al suelo igual que su ropa. Una vez desnudo, inició la tarea. Se puso las medias, con la habilidad propia de la costumbre. Se maquilló con paciencia, con esmero, con la soltura de los años de rutina. Se colocó la peluca, y se deslizó el vestido negro de brillo, hasta los tobillos, con una enorme raja hasta la parte alta del muslo.
Se quedó parado ante el espejo, observándose, grabando en su mente la imagen que veía ante él. Sí ese era él. Así, elegante, refinado, provocador, seductor, atractivo, ¿por qué se le negaba la posibilidad de presentarse ante el mundo como era? ¿Por qué estaba atrapado en esa vida absurda, en ese cuerpo que no era el suyo, en esa soledad atormentada de personas que fingían conocerlo?
Como todos los viernes, se observó durante una hora más o menos, sin moverse, sin hacer ruido, y después comenzaban las lágrimas, primero una, la más difícil, después todas las demás, un torrente de agua salada, que lo anegaba todo; hasta que su vestido se convertía en un trapo hinchado, el suelo se ablandaba bajo sus pies, y el cuarto quedaba como los restos de un naufragio, igual que su propia existencia.
Después, como despertando de un sueño, cuando todo el maquillaje de su cara estaba corriendo por sus piernas, buscando lugares más felices a los que acudir, se quitaba el vestido, se desmaquillaba, (los restos que pudieran quedarle) se quitaba los zapatos y las medias y volvía a meterlo todo en la bolsa de deporte, que tendría que llevar a la tintorería de nuevo.
¿Qué le impulsaba a seguir con esa vida sin sentido? Qué le mantenía ajeno a lo que realmente era? Siempre la misma respuesta, sus hijos, no podía perderlos. Siempre la misma mentira, él no quería perderse en las habladurías, en los desprecios, en el asco de la gente que lo rodeaba, prefería su propio asco al de los demás ya llevaba cuarenta años conviviendo con él, podía soportarlo, pero el de los demás con eso no podía. No podía acabar con un matrimonio aburrido, sin pasión, sin sentido, sin posibilidad alguna, con unos hijos extraños para él, porque él era extraño para ellos, con un trabajo monótono y desperanzador, porque no conocía otro.
Siempre pensaba que esa sería la última vez, que acabaría con aquello o que contaría la verdad, pero llevaba quince años haciéndolo, y mañana volvería a llevar la bolsa de deporte a la tintorería.
Hasta la próxima desconexión!!!!!!
17 comentarios:
COMO DISFRUTO LEYENDOTE....PASA POR ALLA...
Inquietante habitación...la vida de muchas personas es, simple y llanamente una farsa, es más, cada uno de nosotros ha vivido en ella más de una vez.
Me gusta mucho tu blog...inicié el mío hace mucho para desconectar, pero con el tiempo me he dado cuenta que lo que se hace con ellos es todo lo contrario...es conectar con gente que siente como uno.
bsss
Es realmente duro descubrir la verdadera identidad, y no sólo la sexual. Mirarse a los ojos cuesta trabajo.
Un abrazo!!
Cómo me he encontrado con tu blog y si nos conocemos o no vamos a dejarlo para mas adelante...
por ahora imagínate lo que quieras, aunque puede que ya te haya ido dejando pistas sin que te des cuenta :)
No me parece bien que te pase mi trozo en un post de algo que no tiene nada que ver, lo suyo es que
vayas publicando la historia cada vez que escribas tu párrafo igual que estás publicando "Habitación 29" y demás
así que yo te la haré llegar a algun correo que me des ¿q te parece?
Cuanta gente habrá en esta situación que relatas...cuanto miedo deben sentir! Una pena que todavía hoy cueste ser lo que uno quiere ser. Me ha gustado mucho el post.
Iluso: Me encnató verte por aquí de nuevo. Me pasé... Grande como siempre
Besos!
Runner: Bienvenido a mi casa!! Si que es cierto que los blog nos conectan a mucha gente y a muchas ideas! Eso es lo bonito de ellos!
Saludos!!
Arcángel: No solo es duro aceptarte tu, es que además quieres ser aceptado por los demás y eso es aun más difícil.
Besos!!!
Hovito: Bueno tu toque de misterio no se si me atrae o me molesta, pero vamos a ver como sale. Aunque he de decirte que juegas con mucha ventaja (no solo por lo de la identidad, que al fin y al cabo en esto es lo de menos) no se como escribes cual es tu estilo y si acoplaremos bien. Pero como te dije vamos a intentarlo a ver como sale.
Pero como juegas con mucha ventaja, te pido un favor, por qué no me haces llegar tu a mi tu correo, y te mando un e-mail, la idea fue tuya y no quiero que mi correo aparezca en los comentarios.
Si te parece bien me lo dices sino intentamos otra cosa.
Besos!
Kiri: Si que es una pena, sobretodo cuando la farsa llega tan lejos que implica a terceras personas (mujeres, hijos...) es una tragedia vivir a escondidas! no crees?
Besos!!
Me parece perfecto: hovito@hotmail.es
Espero tu correo
Buff, qué extraño no ser ese que eres. Querer ser otro personaje incluso tan opuesto... qué extraño.
Fantástico el relato.
Un beso
que bien escribes!
cuando lo empece a leer pensaba q iria de otra cosa. me sorprendio jjj
un beso
Hovito: A la espera de lo que me cuentes!
Besos!
Interrogación: Gracias! Debe ser muy duro y además ni tan siquiera podemos imaginárnoslo.
Besos!
Miguelo: Muchas gracias! Sí mi inteción es que el principio no desvelara el final!
Besos!
Hoal castigadora. Es la primera vez que paso por aqui. Y por aqui me quedo. FAbuloso texto. FABULOSO me dejo con los ojos abiertos de par en par como un par de platos. Logras trasmitir tus pensamientos tan concretamente que,uno hasta llega a sentir el dolor ajeno.
TE FELICITO
Te vas derechito para mis favoritos alone in the dark.
Bye mateo
Para empezar, Castigadora, odio todo lo gris. No el color en sí, lo que representa. Y la de cosas que veo que se hacen por los hijos. Pero llevar una doble vida tanto tiempo tiene que ser durísimo. Me encanta como lo has descrito todo. Sublime. Un beso.
¡Fantástico texto!, como me ha gustado.
Qué duro, agotador y desgastador es hacer algo que no quieres, algo que no te gusta y por las circunstancias que sean te ves en la obligación de hacerlo, o de serlo.
Este es el tercer blog que leo hoy y que me hace reflexionar.
Antes de despedirme, te felicito el año, aunque algo tardío y espero tener más tiempo para leerte. Me gustan mucho tus relatos.
Besos.
¿Quince años entrando sólo a la misma habitación del mismo hotel a la misma hora todos los viernes?. El encargado le hacía rebajas, ¿verdad?. Me parece que es lo mínimo que puede hacer por un cliente tan consecuente.
Respecto a lo que hacía dentro, opino lo mismo que el encargado: "Mientras sea legal, no es asunto mío".
Saludos.
MATEO: Bienvenido! Me encanta que te pasaras por aquí! Gracias por incluirme en tus favoritos! Y genial que te gustara la historia.
Besos!
JORDI: Lo mismo pienso yo del gris, por eso abusé de él en el relato. Realmente no creo que lo hiciera por los hijos, creo que buscaba una excusa para no enfrentarse a su propio reflejo!
Besos!
JABEL: Cuanto tiempo! Hacer eso durante tantos años es agotador, física y mentalmente.Es una pena que aun haya gente que deba sacrificar su vida, en post de "otros".
Besos!
G´FAX: Si imagino que el empleado fue el que filtró lo que pasaba dentro porque quince años haciendo eso debe dejar algún rastro. Rebajas? no sé la cosa esta muy mal para eso.
Besos!
Bonito relato cuyo inicio me recuerda, inevitablemente, al hombre del traje gris de Sabina, aunque luego se pierde por otros vericuetos. Pero, castigadora, me has matado con la canción: ¿"Stereosexual"? Mira que Mecano ha parido temas sórdidos y letras que no aguantan un mínimo sintaxis (da para un post entero, pero "Hawai-Bombay-nos damos un bexo" o "Tú CONTESTASTES que no" estropearon la signatura de lengua castellana para varias generaciones), pero "Stereosexual", que se hizo para aquel sacacuartos llamado "Ana-José-Nacho" (¿o era "José-Nacho-Ana"? ¿o...?), es de lo más decadente que parieron jamás. Lo cual, bien mirado, le da un valor extra a tu post... saludos.
MARCBRANCHES: Me encantó tu crítica. Cierto que ese grupo hizo poco por el lenguaje . Pero lo que quería era darle un toque de humor al post, para no ser tan árido. Es algo así como la reflexión interna del hombre de la habitación 29, si tuviera tiempo para pensar en ello con humor!
Gracias por pasarte!
Saludos!
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